Los planes de compensación ambiental tienen como propósito restaurar lo que los proyectos de índole industrial, agrícola e incluso gubernamentales, han alterado a causa de su desarrollo. Pero ¿qué sucede con las comunidades que habitan esos territorios? Su rol puede inclinar la balanza: ser aliadas estratégicas que impulsan un proyecto de restauración, o resistirse, siendo un factor de conflicto importante, sí éste amenaza su entorno y forma de vida.
Para Felipe Reinoso, Gerente de Proyectos de Teknoriego y Teknoflora, el papel de éstas es claro. “Entendemos que son actores muy importantes en cualquier proyecto que involucre a sus territorios, por diversos factores”.
El ingeniero agrónomo aclara que hay que distinguir dos tipos de habitantes en las comunidades: los originarios, etnias que han vivido en una zona históricamente; y los que vienen de otros lugares y se han asentado allí. ¿Por qué ésta distinción? Porque “hay algunas diferencias significativas en el comportamiento que tienen al enfrentarse a un proyecto en su territorio. Las comunidades originarias poseen conocimientos muy relevantes de la historia de un lugar, conocen muy bien lo que es su flora y fauna. Pueden aportar en términos de cómo se comporta ese ecosistema, cómo lo ven, y a su vez, tienen una riqueza que va más allá de la parte ambiental, que tiene que ver con su cultura, sus rituales, con religiones en algunos casos”, precisa el especialista.
“Si vas a ejecutar un plan de restauración, debes trabajar y conocer el territorio en conjunto con las comunidades, para poder tomar las mejores decisiones en su desarrollo y ejecución. Sus conocimientos ancestrales son tremendamente valiosos, y en muchos casos, en lugares remotos particularmente, donde no hay estudios de cierta flora o fauna específica, su aporte es extraordinario”, agrega.
En el caso de las comunidades que no son originarias, su participación también es muy relevante, aunque carecen del conocimiento ancestral y territorial de las primeras. También se las involucra porque habitan el territorio, y ese vínculo es muy importante para que el proyecto se desarrolle de mejor forma. “Por ejemplo, si se va a restaurar un cerro, en el que se va a hacer una plantación importante y se necesita hacer un camino para llegar ahí, lo más probable es que haya que conversar con la comunidad”, detalla.
La comunidad como foco de conflicto
Para Reinoso, si bien la inclusión de las comunidades es una necesidad, no una elección, deben considerarse los puntos en que éstas pueden ser un problema. “El poder de las comunidades es gigantesco, tanto así que pueden frenar los proyectos. En nuestra experiencia hemos detectado que los conflictos con ellas pueden provenir, principalmente, desde tres flancos. El primero, cuando son partícipes desde un primer momento, pero el proyecto no ha sido bien explicado, pudiendo aparecer cuestionamientos y trabas desde el inicio. Por eso esta integración puede ser un arma de doble filo si no se realiza eficaz y genuinamente. El segundo se puede dar por la naturaleza de la comunidad, que al igual que cualquier organización, presenta posturas distintas de forma interna. Y
mientras más integrantes tenga, llegar a un acuerdo entre ellos puede ser un gran problema, si nunca dan una respuesta que el proyecto les “pide”, perdiendo su oportunidad de ser un agente de cambio. El tercero es que existan intereses ajenos, los que van más allá de estar de acuerdo con el proyecto o el beneficio que tenga”.
En general, el ingeniero comenta que las experiencias de Teknoriego no han sido fáciles y “eso ha ocurrido generalmente al ingresar a un territorio donde hay comunidades que no tienen una buena relación con el cliente que nos encomienda la ejecución del proyecto de compensación. Ahí somos nosotros los que enfrentamos un gran problema. Hemos aprendido que la solución pasa por poner sobre la mesa el punto de vista técnico que les da claridad de lo que se va a hacer, sus beneficios, sus pros y contras; que vean que lo que se está haciendo cumple con lo que estiman razonable para su territorio. Las preocupaciones las resuelves con respuestas concretas, no con poesía.”
¿Green Washing?
Uno de los cuestionamientos que suelen hacerse a las restauraciones y compensaciones ambientales, es si existe realmente un compromiso genuino con el medioambiente, o es sólo una estrategia de lavado de imagen.
Reinoso dice que “es un tema complejo para las empresas no poder desmarcarse del cliente que pide ejecutar un plan de compensación. La comunidad no identifica el trabajo de forma independiente, nos ve como parte del proyecto general. Entonces, aún cuando desarrollemos proyectos enfocados en el cuidado del medioambiente, la mayoría de las veces ello no se ve. Tengo la convicción que restaurar y compensar, siempre será mejor a no hacer nada. Las actividades extractivas y otras que afectan al medioambiente seguirán. Ojalá sean cada vez más saludables para el planeta, sin embargo, mientras eso no ocurra, lo mejor es ocuparse de la degradación que generan”.